Una vez ajustados los medios técnicos, a los postres de la comida, Ars Tunae destiló lo mejor de sus esencias ante un público que, tras una buen yantar, estaba ansioso por participar.
Tanto fue así que, tras el repertorio previsto, se pasó espontáneamente a las canciones tradicionales de la Tuna, que fueron coreadas por todos los comensales.
Ars Tunae, como de costumbre, demostró su versatilidad y capacidad de adaptación a las situaciones más diversas.
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